GRACIAS, SEÑOR, POR TU PRECIOSA SANGRE 

Esa pasión del Señor en amar al extremo se manifiesta en nuestra espiritualidad, encarnándose en el mundo con estas actitudes que nos hacen grandes a los ojos de Dios. Durante estos años de vida, nuestra congregación, sin duda, ha sido bendecida por el Padre Bueno. En este caminar, las hermanas no han estado solas; hay tantos hombres y mujeres que las han acompañado. Esto es motivo de gratitud, ya que el caminar de la Iglesia requiere que peregrinemos como un solo pueblo, animándonos en la construcción del Reino de Dios.

Gracias por tanto cariño y compañía con aquellos y aquellas que nos hacen parte de su vida. Gracias por tantas hermanas que, en la historia, han dejado huellas en nuestra Iglesia de Chile. Ellas han ido escribiendo en la historia de la congregación el caminar misionero que un día soñó Madre María Magdalena. Tantas hermanas que, en los ámbitos de la salud, la educación y la misión evangelizadora, han vivido y viven con orgullo el ser parte de la Preciosa Sangre. Hoy, hay tantos motivos para agradecer y seguir caminando en la humildad de los hijos de Dios.

Pedimos la gracia de Dios para la gran familia de nuestra congregación, por nuestros apostolados y laicos comprometidos que nos animan en la misión. Gracias, Señor, por tu Preciosa Sangre. Gracias, Señor, por tu amistad. Gracias, Señor, por amarnos a pesar de nuestras faltas y pecados. Gracias, Señor, por ser hoy testimonio de ese madero santo en el cual un día entregaste tu vida para darnos vida. GRACIAS, SEÑOR.

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